El enfermero fiel

Tengo al mejor enfermero que pude pedir... No elegí enfermarme justo la siguiente semana de mis vacaciones, pero cuando pasa, pues pasa. El lunes volví a trabajar con las pilas bien puestas para empezar el año de la mejor manera. En la tarde, me empezó a doler la panza y cuando fui al médico “juacate” 5 días de descanso médico, pastillas y demás para mejorar. No hacer ejercicios, nada de comer chatarrones y procurar estar en cama en la medida de lo posible. Lo primero que se me vino a la mente fue el trabajo, felizmente entendieron y aceptaron mi permiso sin problema. La que se hace problemas la verdad, soy yo. No soporto estar tantos días en esta especie de “cautiverio”.

Mi mamá me visita varias veces al día para ver si necesito algo, mientras Lalo está trabajando, pero hay alguien que no me suelta ni para ir al baño. Me despierto y él ya está estirándose a mi lado con un gran  bostezo, me paro para tomar agua y me acompaña a la cocina, entro al baño y se queda en la puerta esperando a que salga, vuelvo a la cama y él también. Se ha mudado por estos días a mi casa, él suele vivir en el piso de abajo con mi mamá donde están todas sus comodidades, pero por mí él es capaz de todo. Hasta de cambiar su capa por un piso frío (aunque para ser sincera ya mudé su cama también aquí arriba). 

Se cree mi guardián, y todo parece indicar que sabe lo que siento porque es mi sobra. Me mira como si me quisiera decir algo y sus ojitos frustrados se cierran y se abren sin dejar de mirarme. A veces él también me pide cosas, por ejemplo agua para refrescarse del calor y hasta me roba el aire del ventilador tirándose panza arriba delante de el él. Pero qué más me puede pedir si todo lo hace porque de verdad le nace.

Mi perro es lo máximo.

El mejor enfermero que pude pedir.

Aunque él también llegue a la noche agotado solo con ganas de decir "hasta mañana"...