Por más que trato de pensar que todo sucede por una razón y que nada pasa en vano, me cuesta aceptarlo. No porque todo esté saliendo mal ni mucho menos solo que a veces, cuando me pregunto por qué, no llegan respuestas a mi cabeza. Y eso me frustra.

Es cierto que me encuentro en la mejor etapa de mi vida en lo familiar, pedí tener un hijo y me mandaron dos! Una gran responsabilidad sin duda, pero también la felicidad más pura y grande que pude haber sentido jamás.
Siento que estamos completos y bendecidos. Por eso siempre doy gracias una y otra vez a la vida misma y a ese ser supremo que todo lo ve y todo lo puede. No me cansaré de hacerlo todos los días de mi vida, y tampoco de rogar por su bendición.
Pero así como todas las monedas tienen dos caras, toda historia tiene dos polos (uno positivo y otro negativo).
Hace dos meses me quedé sin trabajo, a solo unos meses de haber dado a luz a mis mellizos. Confieso que entré en pánico en ese preciso momento en el que me dijeron que no me renovarían contrato. Hay razones; decidieron cambiar la estructura de la empresa y mi perfil ya no encajaba. Reclamar? Qué reclamaría si todo ya estaba claro. Denunciar? Es totalmente válido prescindir de una persona cuando acaba su contrato. Y además, no perdería el tiempo haciéndolo. Trabajé casi 3 años ahí y creo que no sería muy sano para mi paz mental y el desgaste físico y emocional enorme que tendría durante un tiempo. Miles de preguntas surgían día tras otro en mi cabeza pero no había tiempo que perder, me puse a enviar mi CV, a desempolvar contactos y a suscribirme en todas las bolsas laborales posibles. Pero el mes jugaba en mi contra, las empresas no suelen contactar a nadie en diciembre. Había que armarme de paciencia. Nada más que eso.
En fin, creo que nada se compara al privilegio de estar junto a mis hijos en sus primeros meses de vida. Dios proveerá, es mi lema. Quiero confiar y creer con los ojos cerrados que todo esto está pasando porque algo mejor, algo superior a lo que creo capaz de suceder, está en camino. Y cuando me cuesta creerlo, solo pienso en cómo me sentía cuando quería tener bebitos y aún no me daban esa gran oportunidad de ser madre. Y ahora? Tengo dos hijos, y yo aún no me lo termino de creer.
Algo bueno viene, estoy segura de ello!