Cada
quien tiene su sello propio, su grabato, su firma.
En mi
caso, sí.
Mi
firma, es un mero garabato.
Pero
como todo tiene una razón de ser, ayer Lalo conoció la verdad de mi espantosa
firma.
Las
cosas a veces tardan, pero llegan.
TODO respeta
ese mismo enunciado.
TODO…
Hasta
las firmas garabatos.
No se
dio cuenta cuando nos casamos.
Tampoco
cuando firmaba al comprar algo con la tarjeta de crédito.
Menos
cuando jugabamos a hacer “garabatitos” en cualquier lugar.
Pero
ayer, llegó el día.
“Enana esa es tu firma de verdad?…
¿¿¿qué es eso???? Una G??? De donde sale una G!”
Estabamos
firmando el contrato de teléfono nuevo y tuvo que percatarce de la condenada.
Y bueno,
tuve que aceptarlo. Sí, mi firma es un desastre. No tiene razón de ser. Es un
“chiste”, una “broma” al momento de las votaciones, cualquier huevada. Pero
todo se remonta 20 años atrás. Me acuerdo que ya era momento de renovar el
carné de la FAP. Por mil motivos no podíamos acompañarte a actualizar datos,
etc. Era obvio que conocías nuestra fecha de nacimiento, grupo sanguíneo,
género y sobre todo ESTATURA. Pero no podías memorizarte el “plagio” exacto de
una firma, menos de 4. Peor aun de una que no existía. Creo que a los 8 años,
lo que menos pensaba era en “firmar” algún documento. Tú hiciste la firma por
mí.
Lo más
notable de ese carné no fue tu firma. Sino la estatura que según tú, yo tenía a
los 8 años. Está bien que no hayas querido que creciera no? Pero poner que mido
1 metro??? Eso ya es un poquito “demasiado” creo. Fue motivo de risas por todo
un mes en la casa. Y hasta hoy lo recordamos con una gran sonrisa.
Ya la
sorpresa vendría después, cuando en el colegio todos empezaban a practicar sus
firmas. Yo decía orgullosa que no tenía porque tú la hacías por mí. Ahora me da
risa, pero también entiendo cuando las profesoras me decían: Marité, acaso tu papá va a firmar tu acta de
matrimonio cuando te cases???... Por favor, lo que menos pensaba en ese
entonces era en ser toda una señora casada, por Dios! Pero fue pasando el
tiempo y ya tuve que crear una: estrellitas, rayitas, nombres tachados, con
carita feliz incluída. Mi firma pasó por MIL mutaciones pero ninguna me
convencía. Ni una sola. Hasta que llegó el momento: LIBRETA ELECTORAL. La
practiqué día y noche, todas las veces parecían firmas distintas. Me ayudaste
con ideas, pero realmente tu firma NADIE la iguala, era una firma tan “firma”
que siempre me pareció imposible de imitar. Practiqué y practiqué, hasta que
llegó el día. Tuve que improvisar. Así de sencillo.
Ese
sería el día que marcaría la pauta de mis firmas. Creo que cumplir 17 significó
algo más que el paso previo a la adultez. Fue a partir de entonces que
empezaría a firmar papeles por el resto de mi vida, DNI, la primera votación
por alcalde, los contratos laborales, primera votación de presidente, las
tarjetas de crédito, las boletas de pago, la compra de mi primer carrito, el sí
legal a mi Lalo y el religioso también, y miles de momentos más que implicarían
firmas.
Mi firma
comenzó como unn firma improvisada.
Como un
mero garabato de mi imaginación.
Pero
hasta ese garabato me recuerda a ti.
Por eso
la pienso llevar hasta el final de mis días.
Será mi
garabato especial.
Mi firma
improvisada.
Pero la que
lleva mi esencia pura.