Estaban a pocos minutos de llamarme. La puerta se abría cada dos minutos pero no era nadie vestido de celeste con una tablilla en la mano. Falsas alarmas. Nada más que eso. No puedo negar que estaba un poco nerviosa, pero serían solo 40 minutos. Si los comparo a toda una vida de incertidumbre, es poco después de todo no crees?
Me empecé a quitar una a una las pulseritas, reloj, aretes y por último mi anillo. Se los dejé a mi mami para que me los devuelva al salir. Mis piernas temblaban involuntariamente pero no podía permitir que me vieran así. Al menos no en ese momento. Pensé coger la virgencita que entregamos cuando cumpliste un mes de haberte ido, esa que siempre llevo en la cartera a donde sea. Pero no pude. Tiene pedacitos de metal y no estaba permitido llevar nada por el estilo.
ALARCÓN PUGA MARÍA... dijo un doctor abriendo la puerta que iba y venía debajo del cartel de: Resonancia Magnética. Empezamos mal con el nombrecito eh! Pero nada, me paré sin mirar atrás, y me fui. Quise voltear a ver a mi mami pero no. Tenía que ser valiente. Tanto como tú siempre lo fuiste.
Luego de algunas indicaciones salí del cambiador y entré al cuarto que conocí en mi mente hace ya unos días. "Mmmm no parece tan chiquitito después de todo. No creo que sea taaaaaan malo", pensé al ver la gran máquina de resonancia que tenía ante mis ojos. Caminé tímidamente hacia ella esperando las indicaciones y luego me senté. Me quité las pantuflas y esperé.
Al echarme en la camilla sentí el latir de mi corazón un poco más apresurado. No había ni empezado la prueba y ya estaba con miedo??? Qué era eso! Nunca he sido así! Te acuerdas que siempre me decías que era la más valiente de los cuatro? Pues hoy quería huir del lugar. Necesitaba tu mano y no estabas ahí. Sentí mucho miedo pero finalmente apoyé mi cabeza en la almohadilla. El doctor me hablaba y cada vez lo escuchaba más lejos... hasta que...
- Lista? Ahí vamos.
- Bueno, pero si quiero salir qué hago...
- Solo me llamas...
La camilla fue deslizándose al interior de ese túnel que a primera vista me pareció amplio. Acompañado de un sonido parecido a una burda imitación de fiestas electrónicas cerré los ojos y la luz se fue apagando. Sentí mi respiración regresar hacia mi cara. Ya estaba adentro. No abras los ojos, no los abras... me repetía una y otra vez... el aire regresaba nuevamente y en menos de 5 segundos ya sentía que no entraba ni un hilo oxígeno a mis pulmones... Abrí los ojos y estaba literalmente en un nicho. Levanté la cabeza por inercia y mi frente chocó con el techo, mis hombros con las paredes...
- Sáqueme, sáqueme... No puedo... Respirar...
El doctor entró a la sala corriendo y me dijo que era normal sentir falta de aire al principio. Era parte de la prueba. Me prometió que luego de unos minutos, esa sensación disminuiría.
- Bueno, vamos de nuevo entonces. Pero me puedes dar un timbre o algo por si te quiero llamar?
- Claro que sí. Solo presionas esto y en menos de 2 segundos estoy aquí.
Una vez más la camilla, acompañada del sonido ensordecedor que era menguado por los grandes audífonos que llevaba en las orejas, fue ingresando al túnel. Cerré los ojos una vez más. Esta vez no los abriría por nada. Pensé en muchas cosas, pero trataba de seguir dentro de mi mente, controlar el miedo. Pensé en cosas bonitas, pero de pronto todo empezó a dar vueltas. Era un tipo de vértigo muy raro. El túnel empezó a girar sobre su eje y sin parar. Todo se movía y sonaba aun más fuerte. Me sentí con frío, me temblaban las manos y toqué el timbre.
- ¿Qué pasó? Todo bien?
Me preguntó preocupado el doctor mientras la camilla salía del túnel.
- No, me siento muy mareada. Quería vomitar.... No puedo...
Una lágrima salió de mis ojos y escuché lo mejor que pude escuchar en ese momento: No te preocupes hijita, no te presiones a hacerlo. Existen otros métodos para que no sea tan traumático, te dormimos afuera, ingresas y de ahí sales y listo, no te acordarás de nada. No trates de ser valiente, no se trata de eso...
En ese momento solo pensé en ti y en lo fuerte que siempre te mostraste. Si estuvieras ahí me dirías lo valiente que soy, lo feliz y orgulloso que estás de mí por entrar solita a esa claustrofóbica prueba.
El doctor seguía hablando y simplemente tomé aire y le dije: podemos intentarlo una vez más?
- Todas las veces que quieras. Me dijo.
Esta vez no seguí ningún consejo. Solo pensé que tal vez saliendo de ese túnel, me estarías esperando detrás de la puerta junto a mi mami. Entré con los ojos cerrados respirando profundamente y ya dentro solté el aire. Abrí los ojos y fui yo misma. Hasta llegué a sentir que el túnel se hizo más grande. Mi nariz ya casi no chocaba con el techo ni mis manos temblaban junto a las paredes. Estaba cómoda. Hasta el sonido se hizo melódico y los momentos en los que la máquina emitía ese tipo de TACA TACA TACA me imaginaba jugando a las guerritas contigo. Escondidos detrás de una roca simulando tener una metralleta en las manos.
Sonreí...
Y cuando menos lo imaginé, escuché la gran puerta de metal abrirse a lo lejos.
- Eso es todo señorita. Es usted valiente... pero sobre todo... perseverante y firme en sus decisiones. La felicito....
Salí de la sala sin preocupaciones.
Afuera me esperaba mi mami y mi tía.
- ¿Vamos? Ya mañana me dirán que no tengo nada....
Nos fuimos a la casa y yo en mi mente imaginándome lo orgulloso que estarías de mí.