A veces pienso en todo lo que hacía antes, y en por qué tuve que dejar de hacerlo. Confieso que intenté seguir con algo de esa rutina, o mejor dicho, con algunos de esos "pasatiempos", pero viendo mi realidad y pobre reloj que parece llorar cada vez que lo veo por la falta de espacio para más, me doy cuenta que esta es mi realidad hoy.
Dejé el gimnasio o salidas a correr por las noches. A veces trato de hacerlo pero cuando digo, listo por fin se durmieron, ya son las 10:00 pm, hora en que me toca preparar su leche y darles el último biberón del día. Luego de eso, no hay tiempo, y tampoco muchas ganas para más.
Dejé de ver películas cada vez que podía. Era casi un hábito que cada vez que llegábamos del trabajo temprano, poníamos una película y nos dedicábamos a ver cuanto podíamos. La fila de DVDs se actualizaba casi semanalmente, y ahora, es actualizada pero en la ruma de "películas por ver".
Dejé de ir al cine y disfrutarlo como normalmente se debe hacer. Prometimos escaparnos al menos una vez cada dos semanas al cine, pero lo hicimos muy poco durante el primer año de papás. Y debo confesar que cuando lo hacíamos, yo dormía. Por más que intentaba permanecer despierta para terminar la película, me quedaba dormida casi a los primeros 15 minutos de película. Un desastre.
Dejé de leer. Y es lo que más me duele de todo. Extraño mis libros y ellos me extrañan a mí, estoy segura. En mi mesita de noche ya no hay esa torre de libros por leer que agarraba por las noches y me comía cada vez que podía. Ya no me acompaña uno de esos en mi cartera, y tampoco ya no voy a Crisol para ver con emoción qué leería el próximo mes. Espero que vuelva esa parte de mí, la espero con ansias.
Dejé de dormir los sábados por la tarde. Esa hora de marmoteo a pierna suelta para "prepararnos" para salir en la noche bien descansados se esfumó. Ahora es lindo porque salimos a pasear y jugar, pero termino más trapo que no se qué.
Dejé de manejar... pero no porque no pueda, sino porque al ser mamá me olvidé de muchas cosas, como por ejemplo, que mi brevete vencía en mayo y me di cuenta de ello en octubre y los 3 meses de "chance" para renovar sin mucho trámite, murieron. Y ahora, tengo que hacerlo TODO de nuevo y realmente, me da una flojera de locos. Ya lo haré, algún día lo haré.
Lo que más me sorprende, es que nada de esto me importa mucho cuando miro dónde estoy ahora y quiénes llenan mi vida. Cambiaría y dejaría todo eso y más por mis hijos, y no necesito pensarlo dos veces. Sé que más adelante podré volver cada una de las cosas que he dicho, pero por ahora todo eso es secundario. Lo principal está frente a mis ojos y tan solo a unos centímetros de distancia.
Dejé el gimnasio o salidas a correr por las noches. A veces trato de hacerlo pero cuando digo, listo por fin se durmieron, ya son las 10:00 pm, hora en que me toca preparar su leche y darles el último biberón del día. Luego de eso, no hay tiempo, y tampoco muchas ganas para más.
Dejé de ver películas cada vez que podía. Era casi un hábito que cada vez que llegábamos del trabajo temprano, poníamos una película y nos dedicábamos a ver cuanto podíamos. La fila de DVDs se actualizaba casi semanalmente, y ahora, es actualizada pero en la ruma de "películas por ver".
Dejé de ir al cine y disfrutarlo como normalmente se debe hacer. Prometimos escaparnos al menos una vez cada dos semanas al cine, pero lo hicimos muy poco durante el primer año de papás. Y debo confesar que cuando lo hacíamos, yo dormía. Por más que intentaba permanecer despierta para terminar la película, me quedaba dormida casi a los primeros 15 minutos de película. Un desastre.
Dejé de leer. Y es lo que más me duele de todo. Extraño mis libros y ellos me extrañan a mí, estoy segura. En mi mesita de noche ya no hay esa torre de libros por leer que agarraba por las noches y me comía cada vez que podía. Ya no me acompaña uno de esos en mi cartera, y tampoco ya no voy a Crisol para ver con emoción qué leería el próximo mes. Espero que vuelva esa parte de mí, la espero con ansias.
Dejé de dormir los sábados por la tarde. Esa hora de marmoteo a pierna suelta para "prepararnos" para salir en la noche bien descansados se esfumó. Ahora es lindo porque salimos a pasear y jugar, pero termino más trapo que no se qué.
Dejé de manejar... pero no porque no pueda, sino porque al ser mamá me olvidé de muchas cosas, como por ejemplo, que mi brevete vencía en mayo y me di cuenta de ello en octubre y los 3 meses de "chance" para renovar sin mucho trámite, murieron. Y ahora, tengo que hacerlo TODO de nuevo y realmente, me da una flojera de locos. Ya lo haré, algún día lo haré.
Lo que más me sorprende, es que nada de esto me importa mucho cuando miro dónde estoy ahora y quiénes llenan mi vida. Cambiaría y dejaría todo eso y más por mis hijos, y no necesito pensarlo dos veces. Sé que más adelante podré volver cada una de las cosas que he dicho, pero por ahora todo eso es secundario. Lo principal está frente a mis ojos y tan solo a unos centímetros de distancia.
6 comentarios:
jjajajaja caray! haciendo el balance cualquier cosa que pierdas ante tus pequeños es bueno!
que ellos van a ser pequeñitos una sola vez! lo demás puede esperar!
besote para tu linda familia!
También has dejado de leer y/o comentar blogs, solo lo menciono, no estoy reclamando nada.
he dajdo de leer y entrar a los blogs por los estudios , pero he vuelto , no hay satisfaccion mas grande que ver a tus hijos felices
saludos.
Espero que nos puedas visitar de ves en cuando a nuestros espacios :)
Y que escribas también en este espacio.
Saludos.
Wuou! hay que aprovechar la juventud, y creo que lo has hecho, así que ahora las prioridades cambiaron y cada vez que los enanos empiecen un poco más a independizarse y a dormir junto con tus horas xD podrás volver a tus antiguos hábitos poco a poco :)
Saludotes y abrazotes para ti y para ellos :)
Bien dicho Marité! Comparto el comentario de Gary.
Saludos :)
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