Con una mano en el pecho

Podrán ser grises algunos días, pero la verdad es que cuando el corazón ama, todo parece tener más luz que de costumbre y sin abrir las cortinas.

Generalmente no me gusta mucho hablar de temas "amorosos" aquí, porque siento que mejor es guardarlos en el alma y sonreír al recordarlos. Pero en estos días ando un poco más sensible de lo habitual. Creo que traigo algo así como una penita, un saborcito un poco amargo que quiere convertirse en ácido pero ahora no sé qué es peor. Sin embargo, es en estos momentos en donde uno se enamora más. La verdad es que elige la mejor salida, si amar u odiar. Y en mi caso la última de las opciones no existe.

A veces pienso cómo hubieran sido las cosas si es que se hubieran conocidos ellos dos. Los dos hombres de mi vida. Y llego la la conclusión, una vez más, que esta vida es un tablero de ajedrez. Que si en este "juego" nos cruzamos con otras piezas es porque alguien más las mueve desde arriba. Un juego en el que los "jaque mate" pueden durar cien años, o tan solo sesenta, nadie lo sabe. 

Pero no existen los "si hubieran", me lo digo y lo repito pero parece borrarse ese tantra con el agua que corre, porque me olvido. Y caigo nuevamente el vicio de imaginar. En ese mundo mágico que solo existe en cada uno de nosotros. 

"Es que a veces sólo me gustaría saber qué piensa él. Si pudiera bajar una hora al menos podría conocerlo más. Preguntarle qué piensa y qué haría él. ¿Sería bonito no?"

No solo sería bonito, sería la mejor inversión de tiempo que pudo existir.