La propuesta

Ella prendió una velita al centro de la mesa rodeada de rosas. Dos platos y dos copas de champagne acompañaban la noche que esperaba ansiosa tras la puerta. Todo estaba listo para ese gran día pero antes de ir a la fiesta del año quería sorprenderlo.

Sin pensarlo, prendió el toca discos y dejó correr la música mientras ella bailaba alrededor de la mesa. 

Dale play

Tocaron el timbre y ella corrió apresurada no sin antes darse una miradita en el espejo y acomodarse el pelo detrás de las orejas. Prendió las velas con cuidado para no quemarse y apagó las luces. Esa tonalidad que solo da la luz de vela es la mejor.

Lo vio entrar con un ramo de rosas en la mano y no pudo contener la emoción. Se lanzó a él dejando caer la cajita que tenía en las manos. Ambos se agacharon a recogerla a la vez, pero él detuvo su mano en el trayecto "deja, lo hago yo". Sellando la frase con un beso en la frente, "entra a la casa porque hace un poco de frío". 

Ella lo dejó un segundo mientras recogía la caja. Esperó a que entrara y antes de volverla a guardar en el bolsillo le dio un vistazo al interior, todo estaba bajo control. Nada fuera de su lugar. Esa sería una noche perfecta.

Dejó el ramo de rosas en el mueble y tomó su mano, "qué estamos celebrando hoy?" preguntó invitándola a bailar. Lentamente y con una sonrisa empezaron a moverse juntos de derecha a izquierda al ritmo de Elvis y Fools Rush In. Se acomodó nuevamente el pelo detrás de la oreja y le dijo "no lo sé, simplemente celebramos". 

Era increíble pero esa mañana ella se despertó con ganas de verlo sonreír y hacerlo sentir especial. Y vaya que lo era, pues nunca antes había conocido un hombre que reúna todas las características para ser "un hombre perfecto". Y lo mejor de todo, era que era suyo y de nadie más. "Pero algo debemos estar celebrando", dijo él. Un año más juntos tal vez, o un nuevo hijo en camino, ninguno de los dos sabía lo que el otro pensaba. Se conocían hacía muchos años pero eso de leer las mentes del otro jamás fue tanto lo suyo. 

Ella sonreía mirando a un lado como si buscara una respuesta. Revisando calendarios mentales y esperando alguna señal a sus cuatro costados. Pero nada, no hallaba la respuesta. Él le dio una vuelta súbita y quedó ante ella arrodillado sobre el suelo. Ella sorprendida se llevó la mano a la boca, abrió los ojos grandes como dos faroles que al lado de la luz de vela le daban más iluminación al momento. Él sacó de su bolsillo una cajita pequeña. Más pequeña que las de un anillo de bodas. 

Si ya llevaban casados algunos años, ¿qué podía ser eso que llevaba dentro de la caja?, una renovación de votos pensó ella. No aguantó y soltó una risita nerviosa preguntando "¿qué haces?", pero lo que no entendía aún seguía flotando en el aire. "Qué estamos celebrando hoy?".

Abrió la caja lentamente y dejó ver lo que había dentro. "Celebramos la vida. Y también celebramos que juntos crecemos como familia y que juntos estaremos por siempre". Esa noche él recibiría la noticia de su ascenso. Y ella tendría el honor que colocar sus nuevos galones en sus hombros.

Esa noche, sería el inicio de una carrera a la cima al que él llegaría antes que ella. 

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Esta historia ocurrió en mi cabeza en solo un segundo. 

Solo bastó ver una foto para transportarme en tiempo e incluso en espacio.

Una inspiración para toda la vida....