Habitación 1327

Caminar por horas a la orilla del mar, sin importar que el sol no haya querido salir en nuestro primer día de vacaciones simplemente fue genial. Habíamos llegado la noche anterior para instalarnos en el cuarto que nos asignaron en recepción y al ver la llave no me percaté del número que tenía en las manos. El botones nos llevó las maletas y fuimos viendo los alrededores del hotel con bastante alegría, sin duda sería una segunda luna de miel muy especial. 

"Este no es el cuarto que yo pedí!!!!!!!!!!". Dos camas en lugar de una era una locura. Está bien, dormimos todos los días juntos, pero, y  ¿Cómo?  ¿Cómo le diría que no puedo dormir por los ruidos extraños? ¿Cómo buscaría su brazo en la noche para que me abrigue? ¿Cómo conversaríamos bajito antes de cerrar los ojos si estábamos separados por un hueco abismal entre los dos? ¿¿¿Cómo haríamos cucharita antes de dormir???

En ese preciso instante caminé hacia el teléfono molesta tirando todas las cosas que tenía en el brazo (llámese mis 3 carteritas de mano más cámara de fotos). "Señorita si quiere puedo juntar las camas". Casi me como al pobre botones que no tenía la culpa de nada, cuando Lalo lo salvó por un pelito diciendo "no te preocupes, gracias mas bien por ayudarnos con las maletas" acompañándolo hacia la puerta. 

"Enanita no les hables mal a los de recepción porque después nos agarran cólera y recién esta es nuestra primera noche aquí", la paciencia que me falta la tiene él. Cómo haría para que me regalo un poco de la suya digo yo... "Pero es que no es posible, ellos me vendieron el tema como si ya tuviéramos una matrimonial reservada. Qué es esto!!! Dos camas! Por favor!!! Hiervo de cólera". Pisé fuerte el piso como niña con rabieta y caminé hacia el teléfono.

Estaba dispuesta a mandar a quien me conteste a la misma porra y Lalo salió del cuarto con la llave en la mano. Pensé que se iría pero no lo hizo. Se paró en el marco de la puerta mirando hacia el cuarto y levantó la mirada, luego la bajó hacia la llave y nuevamente miró hacia arriba. "¿Qué pasa?" le dije un poco asustada, pues su cara era una mezcla de sorpresa con incredulidad. Se me acercó luego y me enseñó la llave "mira enanita", me dijo. Nos había tocado la habitación 1327. Tal vez sea coincidencia, o casualidad, pero no creo mucho en ninguna de las dos, prefiero decirles "señales" pues como lo expliqué el mes pasado "septiembre" fue un mes especial porque recordábamos dos momentos importantes: tu cumpleaños el 13 y el día que te fuiste al cielo el 27. Y esta vez, entre las más de 300 habitaciones nos tocó ese número: 1327. Tus dos números juntos y en nuestro primer aniversario. Ya muchos nos habían saludado, mis suegros nos regalaron un detallito para simbolizar las bodas de papel, mi mami nos invitó a almorzar, y tú, no podías faltar en esta fecha tan especial. 

..."Nada señorita, no se preocupes. No es nada"... dije al escuchar la voz de la recepcionista que amablemente contestó. 

Al día siguiente caminaríamos sin rumbo por varios kilómetros hablando de todo y de nada a la vez. Diciéndonos "feliz día" cada hora y recordando "qué estaríamos haciendo exactamente en ese instante un año atrás", podríamos hablar horas de eso. Pero luego vinieron horas de siesta con vista al mar, tragos en la piscina, compartir juntos nuestra torta un año después del matri (seguía igual de rica y dulce que el momento que la pusimos a congelar), paseo en lancha para ver a las ballenas más grandes que vi en mi vida, remar como toda una profesional por 2 horas seguidas, ver a las aves más lindas que antes pude ver, cocodrilos, cangrejos violinistas, y hasta "broncearme" de la manera más chistosa del mundo. Todo eso en solo 4 días. No me imagino lo que viene en todos estos años a su lado. Y bueno, no por nada tengo al mejor ejemplo de pareja como profesores: tú y mi mami.

Esos días lejos, fueron mágicos. Llenos de alegrías, diversiones, caminatas, conversaciones, risas, juegos y planificaciones que a pesar de no salir el sol en todo su esplendor, las ganas de pasarla bien superaron cualquier obstáculo. Hasta esa ranura que nos separó a pesar de haber pegado las camas. 

...En la mejor habitación que nos pudo tocar...

Y que la felicidad siga por muchos muchos muchos años más...