Mil puertas al día

Me paso la vida abriendo puertas ocultando lo que realmente siento por dentro. Lo que me hace llorar y lo que me hace sentir miserable. Ocultandole a lo nuevo que haya detrás de esa muerta mi verdadero rostro. Soltando carcajadas evasivas. Tratando de bailar al ritmo del silencio para pasar el amargo trago que vendrá después. Preparando mi mente, mi cuerpo y mi alma por si acaso. Solo por si acaso.

I

Abro los ojos, una especie de puerta al fin y al cabo, y veo un nuevo día. Muchos dicen que un nuevo día significa una nueva oportunidad para todo. Es lo que yo realmente trato de creer. Pero en el fondo, nueva oportunidad para qué? Cómo puedes ver  una nueva oportunidad en algo que ni siquiera está escrito en un papel o en una especie de "libro de destinos"como solía creer yo antes que me pasaran cosas inimaginables en la vida. Una puerta que creo que a veces no quiero abrir para no pensar ni ver ni sentir. Todo entra por los ojos. Esa primera ventana que abres día a día. Imposible de hacer que permanezca cerrada. Creo que es por eso que no me gusta mucho dormir, por miedo a cerrar ese umbral y volverlo a abrir al día siguiente. Nadie sabe lo que pueda ver a través de ellos.

II

Me levanto de mi cama, doy unos cuantos pasos y abro la puerta de mi cuarto. Me enfrento al mundo de alguna loca y extraña manera. Mi mundo interior está guardado en un baul a los pies de mi cama. Una puerta que siempre está cerrada porque muchos fantasmas pueden salir a jugar con mi mente y hacerme tropezar. Allá afuera las cosas son distintas. Ya no estoy en mi lugar seguro, ya no estoy en ese "refugio" que tantas veces me vio llorar, gritar, reir, dormir, soñar... Hace mucho que no sueño, por cierto. Ya no sé qué se siente esperar algo bonito. Es duro, pero cierto.

III

Abro una serie de puertas, tangibles, intangibles, imaginarias, reales. Como dije, me paso la vida, cada día, abiendo puertas con miedo a encontrar algo fuera de su lugar. Algo inesperado. Entro al cuarto de mi mami, otra puerta, entro al baño, otra puerta, abro la ducha, otra puerta, me subo a mi carro, otra puerta, y manejo hasta mi oficina, otra puerta... otro mundo. Abro mil puertas, conociendo gente, entrando a otros mundos a través del teléfono, entro a directorios, entro a la cocina. Mil más.

IV

Vuelvo a la casa. Mi puerta. Y otra vez la misma historia. Esta vez me acuesto en mi cama, me saco la "mascarilla", el maquillaje, para poder dormir. Recién cierro las puertas que abrí durante el día. Algunas quedando a medio cerrar, pendientes para el siguiente día. Siempre con el mismo temor a encontrar algo que no quiero.

No quiero más sentir esa ira, esa cólera que nace de la conjunción entre la nada y el todo. Ese miedo acumulado que no encuentra un lugar por donde salir y se acomodó en mi corazón para nunca más salir, aparentemente. Lo encontró tan suave, cómodo y grande, hablando realmente con toda la sinceridad del mundo, un lugar tan parecido al que tú también tenías, que ahora pide a gritos que no lo desaloje. Cómo decirle que no puedo darle más tiempo un "hogar" si ahora lo siento como una especie de protección? Si ahora siento que solo eso es lo que me mantiene alerta a lo que sea que pueda venir? Cómo cerrarle la puerta al miedo si en el fondo siento que me protege de alguna forma?

Es momento de aprender a no abrir puertas con miedo, es tiempo de saber cerrar algunas y dejar adentro cosas que no pueden venir conmigo para siempre.

Solo espero poder conservar aunque sea ese lugar seguro que tu conoces bien.

Ese lugar que aun guarda todos mis secretos.

El lugar que más me conoce en la vida.