Lo que hay en un rincón de mi mente

Tengo el orgullo de poder decir que la persona más importante en mi vida fue un verdadero heroe.
Un hombre que con cada palabra, me enseñó a ser lo que soy ahora.
Un hombre que por 65 años, se dedicó a vivir sus sueños y a hacerlos realidad.
Un hombre por el que yo daría la vida.
Un hombre que aunque ya no esté conmigo, en este mundo, lo está a cada minuto en mi corazón,
en mi mente, en mi alma.
Un hombre al que le dedico este blog.
Un hombre al que yo prefiero decirle papá...

26.10.09

Susurros desde mi almohada

A veces me pregunto lo que haría si fue una almohada.
Esas que están tan llenas de plumas que cuando pones tu cabeza en ellas te sientes como en una nube.
Esas que se encargan de darte la mayor comodidad posible para que por solo unas horas en la noche, puedas cerrar esas ventanas que siempre ven y por ende, sienten todo lo que pase a tu alrededor.
Esas que sin tener sentimientos, tienen un compromiso con quien la posée.
Esas que aguantan de todo.
Que nada las lastima.
Que nada las ahuyenta.
Que todo lo guardan.

Pueden soportar las lágrimas saladas, dulces o amargas. Depende de lo que las haya animado salir de los ojos. No solo las atrapan en el aire sino que aguantan uñas, dientes y a veces saliva que sale sin querer. A la vez, alivian. Porque sin querer hacerlo, secan ese vaho húmedo y tibio que deja el aliento del llanto. que si bien puede ser llanto de amor o de emoción, es llanto al fin. Y todo llanto, tiene un solo principio: cuando el corazón duele.

Soportan también sueños de todo tipo. Y como bien dicen, los sueños, sueños son. Pero que hay de esos amantes soñadores que se aferran a uno tan imposible que deciden soñar la mayor parte del día. Pobre de aquellos que quieran despertarlos. Ellos solo tienen un destino y hacia él van solo acompañado de su sueño. Dirigido por este mismo sueño.

Mejor que un guardián de secretos. Cuantas cosas se comparten en las noches y en esas mañanas que a duras penas parecen decirte "levántate". Y qué tan complejo puede ser el ser humano que a veces hasta decide quedarse con la misma amohada como si fuera una persona. Mi caso. Debo reconocerlo.

Desde chiquita en la noches reclamaba por mi almohada. No sé cómo, pero la reconocía a pesar de tener muchas iguales. Ahora es la de "rollito" o simplemente "la mía". La reconozco porque ahora la tengo al lado de tu cama. Donde tú tenías la tuya. Esa que parecía tener un huevo al centro de tantos años que tenía. Parecía ya haber adoptado la forma de tu cabeza.

En las noches, cuando pongo el oído izquierdo sobre ella, parece que me dijera desde un mundo muy lejano que descanse por fin. Tal y como tú lo hacías para que no me enferme. Cuántas cosas le he contado creyendo que a través de ella tú puedes escucharme, y es que a veces la idea de pensar que ya no estás aquí me aterra. Y me aterra tanto que empiezo a inventarme formas de comunicarme contigo: por este blog por ejemplo, en sueños, mirando al cielo, leyendo tus notas, viendo tus fotos, tocando esa virgen que tu sabes, la que dice "polvorita" en la madera de atrás. Me siento tan tonta cuando caigo en cuenta de que ya no estás, y me duele más aun esa idea de pensar que no me escuchas. Pero todo sirve.

Hasta esto, que tal vez ante los ojos de muchos es algo sin sentido, a mi me reconforta en serio.

Ayúdame a creer en lo que de verdad existe, y dame fuerzas para luchar por eso que tanto busco y al perderte creí haber perdido también. La felicidad... que aunque sé que la plena no existe... hay un nivel intermedio al que todos anhelan llegar.

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El heroe de mi vida