Pocos son los fines de semana realmente buenos.
Esos fines en los que digo con la mente, la boca y el corazón: qué buen fin de semana.
Este fin, fue uno de esos.
Bueno de verdad.
Todo empezó el viernes, cumpleaños de mi abuelita Olga. Fue demasiado emotivo y le dimos una sorpresa que ella jamás imaginó: le llevamos una serenata de Mariachis. Ver su carita de ilusión fue el regalo más grande que nos ha podido dar en sus 90 años de vida. Las mañanitas, Volver, Cu curru cucu, El Rey y un Amor eterno que nos hizo llorar. Aunque todos tratamos de contenernos para no hacerla llorar a ella. Todos bailaron con ella, aunque no lo creas SI, David bailó y mi Tío Oscar también. Ahí como la ves, con su pierna un poco malita y todo, salió a bailar esas canciones que tanto le encantan por su novela preferida "La hija del mariachi", que aunque ya terminó, sigue fiel al soundtrack.
Era inevitable no pensar en que todo hubiera sido PERFECTO, solo con tu presencia. Es casi imposible pensar en la gran diferencia que hubiera hecho estar contigo ahí, en la sala, en tu sala.
Le sábado Macarena se graduó... ahora pasa al nido y ya se siente más grande. Le falta poco para pedirle el carro a su papá y salir a bailar a Aura creo. Muerta, cansada, con hambre y con mucho sueño estuvo ahí, tirando su birrete y bien a la toga.
En la noche Lalo y yo tuvimos nuestra primera experiencia como "padres de familia", tranquilo, no pasa nada conmigo aun... Llevamos a las bebes a ver una show de magia muy divertido y sus caritas de alegría fueron lo máximo! Y lo mejor fue que nos reumos tanto que después pensé que ibamos a llorar por algo. Esa es la típica, después de un ataque de risa viene el llanto. Pero felizmente no hubo llanto. Espero que no se haya prolongado porque no quiero llorar.
El domingo ya fue más tranquilo pero igual bonito. Recordandote a cada segundo como cada domingo de mi vida. No solo te recuerdo esos días, pero es que huelen tanto a ti, se sienten tan como tu que me hace acordar lo feliz que era a tu lado. Lo segura que me sentía y lo contenta que estaba cada vez que llegabas de hacer las compras y me traías un sublime debajo de tu manga. Aun me parece verte en tu cama con tus lentes y tu vaso de leche viendo una buena película y aun escucho tu famosa frase: Hoy es domingo, no me voy a mover de la cama en todo el día. Pero igual salías a comprar el pan calientito para tomar lonche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario