Ayer no fue un día productivo. Fue uno de esos días en que le das de baja a todo lo que te rodea.
Un día que desde que amanece solo quieres que se vaya la luz del día para ver el mañana. Ayer ya pasó pero hasta ahora me acuerdo. Espero que esa sensación se vaya como corre el tiempo últimamente.
Ayer no tuve ganas de hacer nada ni ver a nadie.
No pude hacer las cosas que me propuse hacer en el día y me di cuando cuando me quedé dormida.
Fui a ver al doctor a ver si encontraba mi mal y no lo encontró.
Debo estar mal del alma... eso que no lo ven los doctores.
Ayer no pude decirte te amo a Lalo porque mi corazón estuvo invadido de cólera.
Me cancelaron las clases del diplo y pensé hacer los mil pendientes que dejé en cola.
Pero en lugar de hacer lo que debí hacer me puse como loca bulímica a correr sin parar.
Debo estar mal del alma y el cerebro.
Ayer le grité a mucha gente cosas que parecen salir de algún recóndito lugar de mi mente.
Tal vez gente que ni conozco y menos tiene la culpa de mi mal humor.
Lancé vómitos invisibles como dagas en llamas a la gente que quiero.Debo estar mal del alma, del cerebro y de la conciencia también.
Ayer fue un día estrellado sin cinturones de seguridad, que solo tenía una manera de llegar al final.
Sola, de mal humor y peleada con el mundo.
Fue un día más lejos del domingo.
El domingo que muchos dirán Feliz día papá, y yo no tendré a quién decir nada.
En fin.
Eso fue ayer.
Hoy tiene que ser diferente para que ni hoy ni mañana parezcan ayer.
Hoy es un día bueno para empezar de nuevo.
Falta poco para le domingo.
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