Que tal mistura!

Parece un chiste, pero entre la cantidad descomunal de chanfainitas vendidas, anticuchos de la Tía Grimanessa y los Tamales de Magaly, he logrado hacer por los menos 2 semanas en el gimnasio - sin ir al gimnasio - en solo 2 días. De paso ayudé a mi cerebrito a no pensar en algo que me tiene un poco blue blue blue...

Aunque no tenga zapatos cómodos, por no decir chatos, que me ayuden a pasar el día en mi versión mini y confortable, he aprendido que ser eficiente no solo se logra con actitud, sino con unas buenas tabas. No puedo creer que no tenga zapatos chatos!!! Nunca me había encontrado en una situación tan pero tan incómoda de tener que caminar como pato a las 11 de la noche despues de 15 horas de trabajo. Y no es que ahora sea algo así como un chasqui, pero realmente podría rotular mi credencial con: Chasqui Alarcón.

Son días matadores, pero sé que servirán. Y mucho. Para qué, aun no lo sé. Pero ya lo descubriré. Porque ver tantas cosas a la vez, volverse loca con la hora, con la gente que va y viene, que entra y sale, que se cola y no se cola o cuela como sea. Es imposible no sacar alguna lección y/o moraleja como en las fábulas de esopo. Algo aprenderé.

Tal vez no sea algo solo laboral, sino tb personal. Y la verdad, ya estoy sintiendo un poco de penita al momento que me voy de la casa. Dejo a mi mami entre dormida y despierta con solo unas cuantas palabras cruzadas, un besito y se acabó. A arrancar el carro nomás. Llego, y ya está durmiendo. En verdad la extraño. Esas loreaditas y rajes nocturnos ya no son tan largos ni tan cortos. A veces ni tan tan. Porque no hay. Cabeza, almohada y hasta mañana.

Ni que decir de Lalo. Me recoge con todo el amor del mundo hasta el fin del mundo y yo entro al carro, caminando como pato again, besito y zzzzzzz. Hasta llegar a la casa. Lo extraño también. Mucho. Este fin no será el mismo, ni hablar.

Pero en fin... el lunes será un día de esos que no quiero que llegue pero te prometo que estaré con una sonrisa por ti. Cantandote cumpleaños con una torta helada. Como siempre.

Lo bueno y paradójico de esto, es que a pesar de tener cantidades industriales de comida, los olores más ricos del mundo rodeandome y los precios al alcance de mi pobre bolsillo... no tengo hambre. Por ende, no engordaré.

Misturosamente.