Por ejemplo, si uno amanece molesto, la frase sería: Al que madrugra cuando está molesto desde el día anterior, Dios le hace una bromita para alegrarle. Y hoy, desde muy temprano, las cosas no salieron como esperaba. Así que hoy, a pesar de madrugrar, no es que Dios no me haya ayudado, pero el famoso dicho cambió un poco su final.
Me desperté con la tonadita típica de mi celular a las 6:00 am. Tenía una reunión de trabajo a las 7:30 am en punto y no debía llegar ni un minuto menos. Me aseguré de dejar mi ropa lista desde ayer para bañarme, cambiarme, chapar mis llaves y volar. Todo cronometrado a la perfección para llegar con tiempo. Subí a mi carro y...
Me lo llevé. Con un poco de miedo, me lo llevé. Siempre me ha parecido re-difícil manejarlo por su gran tamaño: nariz de avión, como tú le decías. Lo manejé como vieja. Pegada al timón y con el respaldar casi casi a 90 grados exactos. Una anciana. Pero llegué a mi destino. Y llegué temprano.
El tema es que en el camino te sentí a mi lado. Sentí tu olor, y escuché tu música. Esa que siempre escuchabas cuando manejabas. Todo seguía igual: las pilas gastadas en tu cajoncito al lado del asiento, la pasta dental con la colita enrollada en la guantera para cualquier emergencia, tu sobre manila debajo del asiento con tus papeles importantes, el palo de fierro al lado izquierdo "solo en caso de emergencias", y tu frasco de perfume casi por terminar en el bolsillo de la puerta. Todo igual.
Tuve un flashback y debo reconocer que me puse triste. Te extraño mucho y en momentos como el descrito es inevitable no lamentar que no estés más conmigo. Pero estoy segura que tú estuviste hoy conmigo. en ese momento me pareció ver algo salir desde las maderitas del tablero. Creí que era una pelusita y la dejé volar. Me olvidé y llegué a mi reunión.
Pasaron un par de horas y volví a subirme al carro, esta vez de regreso a la oficina con Analí. Conversando en el camino hablamos un poco de ti y cómo eras con tu carro. Y cuando empecé a cambiar el tema y arrugar la frente hablando de lo caro que me costaría la batería de mi carro y de lo pobre que estoy, una POLILLA salió de la nada y voló por la cabeza de Analí. La hizo gritar y voló ahora hacia mí. Yo grité y Analí muerta de miedo me dijo que me estacionara porque nos ibamos a matar. Yo "estacioné" como pude: medio poto afuera en plena pista y media nariz en la berma. Me bajé y la dejé sola con la gorda y revoltosa polilla. La espantó con un papel (+ un grito) y la polilla salió del carro para acercarse hasta mi cara y volver a meterse al carro. Luego, volvió a salir.
Me metí al carro y no podía contener la risa además de los mil ojos que nos miraban desde afuera.
Por eso, al que madruga, Dios le regala una sonrisa. Y hoy, estoy segura que esa traviesa polilla, fue un regalo tuyo.
Directo del cielo.
3 comentarios:
jaja ya me imagino todo un show por la polillita...pero si fue un regalo para que no reniegues! que lindo ir en le auto de tu papi sintiendo aun su olor...su presencia :) un abrazo!
Una sonrisa jamás debe faltar para comenzar bien el día. Se puede cerrar con la Eme revuelta o con alguna lagrimilla obra de algun flashback o la tensión diaria de la oficina. Pero no hay mejor terapia que la sonrisa, aunque no siempre sea muy temprano.
Digamos que yo odio madrugar(será por eso que soy un amargado... o como tu me dices en alusión a Chaun "un loco humor")
Saludos.
Por otro lado para completar la frase yo diria: a quien madruga...se muere de sueño el resto del dia :)
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