Noches oscuras

Antes de dormir escuché las 6 palabras que más miedo me pueden dar sobre todo si salen de la boca de mi mami: "Hace tiempo que no hay temblores". Me quitó el sueño casi por completo y no hice más que dar vueltas en la cama recordando que mi Blackberry sigue internado y seguro me extraña tanto como yo a él y pensar en todo lo que tengo que hacer hoy en la oficina. Como no puedo hacer que el tiempo se detenga ni ponerle un par de horas más, decidí simplemente cerrar los ojos y dejar que mi mente vaya a donde quisiera. Lejos de esa frase tan traumática para mi pobre y un inmaduro "yo valiente".

Solo me envolvían tres colchas para el frío y la negra oscuridad de la noche. Todos los sonidos desaparecieron. Hasta el molestoso chupeteo de Bruno a sus patitas y los ronquidos tan extraños que David acostumbra hacer desde hace un tiempo - a veces ya me parece broma, pero no - cada noche. Estaba más oscuro que nunca y ni siquiera la luz del botón de la tele alumbraba como siempre. Me invadieron mil preguntas acompañadas de suposiciones absurdas que me dejaron más intranquila aun. "Qué haces"´, pensé "deja volar a tu mente y recuerda un momento lindo"...

...Los apagones eran tan típicos en ese entonces. Me encantaban los días que regresando del colegio, justo antes de empezar las tareas se iba la luz. La típica palabra se escuchaba desde todos los rincones de la casa:

 

- Apagón! (Karina desde su cuarto).

- Apagón! (Lissy en el baño).

- Apagón! (David desde su cuarto mal humorado porque se le apagó el atari).

- Apagón??? (Mi mami desde la cocina probablemente preparando algo rico para la noche).

Era el momento perfecto para empezar las tareas o cualquier cosa que no sea ver tele ni jugar con los aparatos de última tecnología como el atari o los juegos cubo de la compu con pantalla negra y letras verdes. Que vieja me siento por Dios!

Pasaban las horas y conforme se hacía más oscurito, sabíamos que teníamos que ir buscando las velas. Era demasiado lindo cuando desde abajo subían una a una las bolitas de luz llegando a su destino: el cuarto de mi mami. Te esperábamos con ganas locas para poder estar los 6 metidos en tu cama contando historias o haciendo sombras extrañas en las paredes hasta quedarnos dormidos. Bueno, yo me quedaba dormida y los demás se iban a sus cuartos. Era el final perfecto para un día normal.

Pero no era nada bonito cuando los apagones me sorprendían sola en la cocina o en mi cuarto lejos de ustedes. Los "apagón" emitidos por cada uno eran opacados por un chillido que podía ensordecer hasta al vecino que solo era callado por tu sombra o la de mi mami al rescate. Y ni qué decir de los apagones cuando no estaban en la casa. Esos eran para morirse. Tenían que regresar de donde estén para estar conmigo hasta que me quede dormida y después volver a salir ya un poco menos preocupados al menos. Después ya podía quedarme con María y ni cuenta me daba del apagón.

Cuando menos lo pensé ya era de día, toda la noche sentí que pensé en esos momentos en tu cuarto, tirados en la cama y otros en el piso (y tú renegando porque no te gustaba que nos echemos en la alfombra ni que caminemos por la casa sin zapatos) conversando, riéndonos, y a veces esperando que no viniera la luz para seguir todos juntos. Las velas que prendíamos significaron más que apagones simples para mí. Eran símbolo de "pijamada" familiar y eso me hacía feliz. Cuánto me gustaría tener una noche más así. Con velas, a oscuras y haciendo figuras en la pared con nuestras manos.

Felizmente existe un modo de viajar al pasado sin comprar pasajes ni subirse a ningún avión: la mente. Que aunque a veces no me deja dormir, cuando me lleva a pensar y revivir momentos lindos.

Ya es de día y no hay apagones ni velas prendidas...

Y mi nervio lumbar sigue en crisis y aun en un nivel mayor.