Lo que hay en un rincón de mi mente

Tengo el orgullo de poder decir que la persona más importante en mi vida fue un verdadero heroe.
Un hombre que con cada palabra, me enseñó a ser lo que soy ahora.
Un hombre que por 65 años, se dedicó a vivir sus sueños y a hacerlos realidad.
Un hombre por el que yo daría la vida.
Un hombre que aunque ya no esté conmigo, en este mundo, lo está a cada minuto en mi corazón,
en mi mente, en mi alma.
Un hombre al que le dedico este blog.
Un hombre al que yo prefiero decirle papá...

30.11.10

El indicador: George Michael

Me acuerdo que eran casi las 10:00 pm y ya todos estaban tapados hasta el cuello en sus respectivos cuartos. Las teles apagadas o con el volumen más bajito que existe. Tenía los ojos fijos en el techo pensando cuál sería mi estrategia para pasarme a tu cama esa noche.
  • Un ataque de tos, ya no serviría. Seguro el día anterior había recurrido al famoso y molestoso COF COF que hasta hoy me ataca pero con la diferencia que ahora tengo unos 20 años más que aquella epoca.
  • Una pesadilla, podía resultar. Pero los sueños recurrentes en los que la costa verde cobraba vida y las olas me perseguían estaba volviéndose mi principal taruma de fin de semana cada vez que ibamos donde mi tía Mary. Mala idea inventarme un sueño más de ese tipo.
  • Ganas de ir al baño descontroladamente, un bicho invasor que quería meterse en mi oreja, manos invisibles que me querían jalar debajo de mi cama, o un falso temblor ya habían sido protagonistas de noches estelares de domingos anteriores en los que no quería dormir en mi cama. Solita.
Cómo odiaba que se acabaran los domingos.
Cómo odiaba que el día se haga oscuro y se acercara más la hora de las pijamas.
Cómo odiaba escuchar la típica canción de George Michael y ver de reojo (hacia el cuarto de mis hermanas) en la tele su fea bota negra con punta de metal en la Rockola bailando al ritmo de Faith. No existía peor indicativo que ese. La hora en que debería estar dormida había llegado.

No pasarían más de 10 minutos para que empezaras tu recorrido habitual, cuarto por cuarto apagando televisores y lamparitas que quedaban iluminando algún rincón de la casa.

Ese domingo, fue un poco extraño porque hasta ahora lo recuerdo y siento un poco de temor al pensar en él. No tenía miedo de que la tele ya esté apagada. Tampoco me molestó que me dijeras "hasta mañana hijita" y sonara el "click" de mi pequeña lámpara en mi mesita de noche. Sentí algo extraño, tuve ganas de llorar y no entendía por qué. Tenía ganas de dormir y que te sientas feliz de que sea uno de los primeros domingos que no deambulaba por el pasillo a las 2:00 am esperando que me digas con tu protectora voz "Marité, ya hijita ven nomás. No duermes nada no?". Y corriendo iba y me tiraba al centro de los dos. El mejor momento de la noche. Pero no. Ese día no fue así. Al cerrar los ojos imaginé cómo sería mi vida si no estuvieras conmigo. Sacudí la cabeza como si tratara de apartar algo que quería incrustarse en mí. Y fue ahí donde pude ver un chispazo de mi futuro. De lo que vivo ahora.

Abrí los ojos, me paré más veloz de un rayo, salté de mi cama y corrí hacia tu cuarto. No me importó hacer bulla, y tampoco fue necesario inventarme nuevas excusas para poder dormir con ustedes. Solo quería verte dormir, y tontamente poner mi dedo en tu nariz para comprobar que aun respirabas. Solo cuando sentí el aire salir por ella, di la media vuelta y me fui a mi cuarto. "Solo sabré que el momento llegó, cuando ya no pueda poner mi dedo en tu nariz. Cuando ya no exista más razones para inventarme pesadillas. Cuando ya no sienta tus pasos al apagar los televisores. Ahora, es muy pronto para pensar en eso". Cerré los ojos y conté ovejas. Preferí hacerlo durante todos los años siguientes. Ese pensamiento premonitorio me marcó, hasta el día de hoy en que por fin lo puedo contar sin miedos, sin ningún tipo de culpa, pero con un profundo dolor.

Ahora, soy yo la que hace el tour diario de cuarto en cuarto apagando televisores...
Y sigo siendo yo la que padece de insomnio.

Ese que se cura, solo escribiendo con el corazón.
Como lo que tú, logras en mí.

2 comentarios:

Mr.d dijo...

tómalo como un deja bú a diario, de esa forma será como que esa remembranza es un aliciente para tu dia a dia...de cada consejo suyo que profesaras a los tuyos, de cada abrazo y cada espacio en su costado.
Y escribiendo, para decirle #gracias por tu dia a dia conmigo#

Bren dijo...

Esos indicadores inolvidables... asi pasen años nunca se borran de la memoria... hay anécdotas, situaciones que van desapareciendo, desplazadas por nuevas experiencias pero esos "indicadores" se activan automaticamente sin permitir que la frágil memoria olvide que "indicaban" en aquellos tiempos...

El heroe de mi vida