Lo que hay en un rincón de mi mente

Tengo el orgullo de poder decir que la persona más importante en mi vida fue un verdadero heroe.
Un hombre que con cada palabra, me enseñó a ser lo que soy ahora.
Un hombre que por 65 años, se dedicó a vivir sus sueños y a hacerlos realidad.
Un hombre por el que yo daría la vida.
Un hombre que aunque ya no esté conmigo, en este mundo, lo está a cada minuto en mi corazón,
en mi mente, en mi alma.
Un hombre al que le dedico este blog.
Un hombre al que yo prefiero decirle papá...

9.11.10

La miro

La luz que se colaba entre las persianas, caía sobre ella de forma armoniosa. Las sombras de un tímido sol encubierto por algunas nubes traviesas dibujaba su silueta debajo de las sábanas. Todo indicaba que la noche había llegado a su fin.

El bulto sobre la cama pareció tener ganas de incorporarse y ponerse en pie. Pero falló el primer intento. No, ya no estaba dormida. Tampoco tenía ganas de seguir hundida. Pero algo la mantenía ahí. Sin ganas de levantarse.

Envuelta como un capullo hasta el cuello, adornando su cabeza con unas cuantas almohadas y dejando solo un pequeño huequecito para que sus ojos puedan ver el amanecer, ella miró sus manos.
El rosario que la acompaña día y noche entre sus dedos era fiel. Aunque tal vez en la oscuridad de las frías madrugadas desapareciera solo por unos segundos, no tardaba mucho en encontrar el camino de regreso a sus manos. Puede que ese sea el único objeto que le ayude a hacer las pases con las noches y que éstas le concedan algunas horas de sueño, no tan profundo para no confurndirlo. Ni tan ligero para desaprovecharlo.

Yo.
La miro del otro lado.
Trato de no hacer bulla para no distraer sus oraciones.
Solo la miro y trato de leer su mente.
Trato de imaginar con quién habla y qué es lo que con tanta fe pide al cielo.
La miro y me doy cuenta que su rostro ya no es el de alguien triste.
 Tampoco el de un suicida que busca un débil que acabe con su dolor. Menos el de una persona infeliz.
Es mas bien el rostro resignado de una persona que amó con el corazón. 

La miro, y la admiro.
Porque sinceramente, mientras ella pide al cielo, yo pienso qué es lo que haría en su lugar.
Luego desespero...
Y la admiro cada vez más.

3 comentarios:

Mr.d dijo...

Me has hecho recordar a mi abuelita...

Lissy dijo...

Marité que lindo, has escrito, me gustó mucho este capítulo de tu blog, cada día estás escribiendo mejor.

Bren dijo...

por un momento pensé q eras tu de quien hablas...aun sigo pensandolo por ratos...

El heroe de mi vida