Lo que hay en un rincón de mi mente

Tengo el orgullo de poder decir que la persona más importante en mi vida fue un verdadero heroe.
Un hombre que con cada palabra, me enseñó a ser lo que soy ahora.
Un hombre que por 65 años, se dedicó a vivir sus sueños y a hacerlos realidad.
Un hombre por el que yo daría la vida.
Un hombre que aunque ya no esté conmigo, en este mundo, lo está a cada minuto en mi corazón,
en mi mente, en mi alma.
Un hombre al que le dedico este blog.
Un hombre al que yo prefiero decirle papá...

26.5.11

Soy

Cuántas veces he pensado en la razón por la que soy como soy.
Loca,
gritona,
renegona,
estresada y entresante,
resentida,
orgullosa,
llorona,
engreida,
extremista,
exagerada,
sensible,
emocional,
soñadora,
y tan incisiva como ingenua que parezco sonsa a veces.

Hoy por ejemplo, es un día en el que pienso que siendo como soy, los que realmente valen la pena, y los que realmente saben QUIEN soy, me valoran. Y así como tú me hiciste renegona, engreída y demás. Solo fue por una razón:
Para darme dos brazos para abrazar.
Dos ojos para mirar la ternura del amor.
Dos oídos para escuchar palabras sabias que me hacen crecer.
Dos piernas y dos manos para levantarme cuando he caído una vez más.
Una boca, que aunque a veces rebelde, lanza purito amor. Y para callar a los que merecen.
Un cerebro para calcular, medir y diferenciar, como me enseñaste, lo bueno de lo malo.
Un corazón que no es rencoroso y a pesar de los cálculos, aun vive.
Un pecho para inflarse de orgullo cuando ve los logros de su sangre.
Una vida. Y solo una para querer de verdad y darla toda por un ideal.
El mismo sueño que tú perseguiste a lo largo de tu vida...
...ganarte la llave directa al mismo cielo...
Como un ángel.
Uno de esos que aunque no se ven, se sienten.
Así como el que ayer me tocó la mano y me habló al oído una vez y no lo entendí hasta hoy.
Hasta hoy que una vez más me equivoqué pero luego reaccioné.
Felizmente, como me decías cada vez que chocaba el carro (que no fueron muchas veces): solo aprendes y creces, cuando cometes errores, así que llena tu vida de errores para que cuando llegues a mi edad, no tengas más errores. A partir de ese entonces, llenarás tu vida con más aciertos de los que ya cuelgan en tu pared de condecoraciones.

Siendo como soy, aunque a veces me odie como loca menopáusica, sé que soy alguien importante.
No me interesa si lo soy para el resto. Los que miran con envidia y egoísmo.
Solo valen las almas como la mía.
Como la tuya.
La nuestra.
Las nobles de verdad.

4 comentarios:

Bren dijo...

Algo así escuché el otro día, si te equivocas y haces las cosas mal , que te sirva para aprender...estoy en ese proceso, a veces jode equivocarse y sentir fracazo, pero si se logra levantarse y encima aprender, supongo que eso nos hace grandes y en un futuro sabias :)

un abrazo :)

Hasta en el último rincón dijo...

Claro. Duele equivocarse, jode y a veces hasta te tumba al suelo. Pero esa es la única manera de volver a levantarte y ahora sí, un poco más fuerte para la próxima caída. Porque debes tener en claro que siempre las habrán.
Beso!

Mr.d dijo...

Eres quien eres, la sonrisa emanando del desaliento, el grito en el vacio, y el calor disipando la niebla. Siempre hay algo en que creer, en el amor, en los sueños, en la vida. Siempre. No dejes de creer.

Hasta en el último rincón dijo...

Cierto Mr.D. Si uno no cree, no vive. Y si no vive, no existe. No dejaré de creer, y aunque cueste, me acostumbraré a levantarme sin que me duela, solo pensaré el los aciertos futuros que esas caídas me regalarán.

El heroe de mi vida