Al otro lado del espejo

Mirando fijamente el espejo que tenía frente a mis ojos,
no vi más que un rostro sin expresión alguna.
No había un intento de sonrisa.
Y menos un atisbo de nostalgia.
Eran simplemente dos ojos clavados en otros ojos.
Mirándose fijamente como si esperaran una respuesta.
Buscando de arriba a abajo sin parar.
Decidieron reposar una vez más en el punto de partida.
Los ojos quietos en ellos mismos.
En los que tenía al frente.
Ojos color noche.
Con alma de día.
Queriendo decir tanto sin una sola palabra.
Una mano se levantó del lado derecho.
Se acercó al mismo tiempo que la mano del frente.
Lentamente.
Se tocaron con la yema de los dedos y bajaron juntas.
Con un ritmo melódico sin melodía.
Con ganas de ser algo y no ser aire.
Con solo un pensamiento zambulléndose en un mar de dudas.
Con un solo deseo.
...ser por primera vez esa que está al otro lado del espejo...
Por primera vez no sentir que las horas pasan,
que las penas a veces no se largan,
que las preocupaciones avanzan con pasos de gigante,
que el tiempo se detiene en el espejo.
Por primera vez contar con nadie más que con ella misma.
Sentir que por primera vez dos son una.
Y una sola no son dos.
Dejar ese mundo mundano que se mueve sin sentido.
Ponerse en los ojos del frente y mirar con calma.

No escuchar más de la cuenta.
Ni pasar el día del padre sin un padre.

...ser por primera vez esa que mira todo desde el espejo...
Como si fuera una película y no la vida misma.