Lo que hay en un rincón de mi mente

Tengo el orgullo de poder decir que la persona más importante en mi vida fue un verdadero heroe.
Un hombre que con cada palabra, me enseñó a ser lo que soy ahora.
Un hombre que por 65 años, se dedicó a vivir sus sueños y a hacerlos realidad.
Un hombre por el que yo daría la vida.
Un hombre que aunque ya no esté conmigo, en este mundo, lo está a cada minuto en mi corazón,
en mi mente, en mi alma.
Un hombre al que le dedico este blog.
Un hombre al que yo prefiero decirle papá...

10.9.09

BATAÑON!

Cuando me quedo en blanco sentada frente al monitor, sin saber qué contarte hoy, o qué decirte esta vez, a veces me acuerdo de momentos demasiado graciosos que hasta hoy me sacan una sonrisa que termina en carcajada y todos me creen loca por reirme sola. Cualquiera que haya podido hablar contigo puede decir que realmente eras la persona con más chispa en cualquier reunión.
Me acuerdo que una vez, solo por mencionar una de las mil anécdotas que me contaste de tu época de cadete, estabamos almorzando como siempre los sábados en la casa y te empezaste a reir solito. Nosotros ya sabíamos que de algo te habrías acordado... Por supuesto, preguntamos que de qué te reías y la historia dice así:

Cuando aun estabas en la escuela, en ese entonces las reglas eras más estrictas que ahora, por decirlo de alguna manera, y si se cometía una falta los castigaban sin salir el fin de semana (como hasta hoy lo siguen haciendo pero con algunas cositas más que jamás me contaste y me intrigan bastante, debo admitirlo). Y bueno, como mis abuelitos estaban en Chiclayo y tú vivías en la casa de  una tía, te daba pena no salir con tus amigos el fin, pero no morirías si te quedabas en la escuela.
Un día estaban todos en formación, cuadrados, en atención, derechitos con la cara al sol como todo militar. Uniformadito y pulcro de pies a cabeza. 
Nadie emitía ni un sonido.
Silencio total...
 Era momento de izar la bandera.
El alferez que estaba al mando de la compañía,
el que debía guiar a este batallón de cadetes, estaba serio.
Se paseaba de un lugar a otro viendolo a todos cara a cara.
Serio...
Todos estaban concentrados esperando el mando del alferez.
Cuando de pronto, el alferez vociferó:
BATALLANIA...
COMPAÑÓN!!!
Cuando lo que realmente debía indicar hubiera sonado algo como:
Compañía... batallón!
Luego de corregir lo dicho, todos los cadetes inflaban los pechos para no reirse.
Respiraban hondo.
Ponían su mente en blanco.
Pero de pornto TU tuviste que reirte a todo pulmón.
Estallaste con una carcajada tan contagiosa que todos emitieron soplidos de alivio de tanto retener el aire en los pulmones y reían ahora contigo.
Nunca supe como terminaba la historia porque supongo que te castigaron. Por eso creo que no me contaste la parte 2.
Siempre me acuerdo de esta historia que tanto me hace reir. Hasta ahora mencionamos tus anécdotas en todas las reus familiares...
Sigues siendo el alma de la fiesta...

1 comentario:

Anónimo dijo...

siempre me acuerdo de esa historia de compañon! y hasta hoy me hace reir
me encanta este blog prima
nunca dejes de escribir
tqm
-MAJE

El heroe de mi vida