Ayer escuché una canción que me ayudó a entender mucho la forma en que viviste.
Hablaba sobre algo típico, común, sencillo.
Algo que seguro que todos hemos escuchado alguna vez en la vida.
Hablaba sobre cómo es que uno debe vivir para llevar una vida llena de felicidad y momentos bonitos.
Una vida que obviamente también cuenta con problemas, pero siempre son opacados por una sonrisa.
Una vida llena de esperanza y de buen humor.
Una vida que tiene un poco de lágrimas dulces y saladas para que sea vida al final de todo.
Me ayudó a entender la forma en que viviste porque nunca te rendiste ante nada.
Siempre luchaste por lo que realmente querías:
Tu familia
Tu esposa
Tus padres y hermanos
Tus sobrinos
Tus nietos
Tus amigos verdaderos
Tus sueños terrenales
Tus sueños imposibles
Tus metas
Tu trabajos
Tu aeroclub
Tu Fuerza Aérea
Tu país
Todo...
Siempre te preocupaste por cada persona a la que le diste un pedacito de tu corazón.
Como si fueras su único guardián y protector.
Siempre fuiste único...
Auténtico
Sobresaliente
De buen corazón
Valiente
Nunca te rendiste ante nada ni nadie.
En conclusión...
Viviste cada día de tu vida como si fuera el último.
Y disfrutaste de cada uno como si fuera el primer día de tu vida.
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